viernes, 26 de agosto de 2011

Te lo he dado todo. Sí, absolutamente todo. Te he contado todo, mis tristezas, mis alegrías, mis pesares, mis recuerdos, los malos y los buenos. Confiaba en ti como en nadie lo había hecho. Tú no eras una más, no, tú no. Tú directamente eras mi alma gemela. Al menos eso creía yo. Pero al final, todo sale a la luz.
¿Por qué nada tiene un final feliz? Podríamos haber sido hermanas, y no esas que sólo lo utilizan como un nombre más, un nuevo estado para sus redes sociales. No, tú y yo éramos hermanas, de las de verdad. Almas gemelas.
Lo has tirado todo por la borda.


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